Las corrientes de resaca son muy peligrosas entre las playas de Santa María del Mar y Guanabo, en el este de La Habana. Foto: Juvenal Balán

Definidas como verdaderos torrentes de agua que, originados cerca de la orilla por el movimiento de las olas que fluyen o retroceden desde la costa hacia el mar abierto, las denominadas corrientes de resaca o de retorno clasifican dentro de los eventos naturales que más muertes causan anualmente en Cuba.

La doctora en Ciencias Físicas Ida Mitrani Arenal, investigadora titular del Centro de Meteorología Marina del Instituto de Meteorología, señaló a este rotativo que su magnitud depende de diferentes factores vinculados con las variaciones de la altura de las olas y la interacción entre ellas y el fondo marino, la existencia de los llamados bancos de arena, particularidades de la geografía local y, en determinados escenarios, las estructuras constructivas.

«Igualmente, suelen fortalecerse cuando se incrementa la marea astronómica (son más peligrosas ante las fases de luna nueva o luna llena), el viento local sopla desde tierra, existe mar de leva de cierta importancia procedente de aguas profundas, la pendiente del fondo es pronunciada, y la configuración costera es abierta.

Cuando la ola rompe y trepa por la pendiente costera, la masa de agua regresa al mar por el efecto de cascada que ejerce el fondo marino, y aparece la corriente de resaca o de retorno, como también le llaman, indicó.

«Pueden identificarse mediante una observación rigurosa hecha desde la orilla, o más fácilmente si la persona logra ubicarse en un punto elevado. Muestran el aspecto de un río corriendo o franja de agua agitada y revuelta, que se aleja de la costa, la cual puede estar acompañada por una mancha de arena suspendida en la superficie, rodeada de burbujas y de cuanto objeto se encuentre flotando en sus alrededores».

La también académica, precisó que la alta peligrosidad de las corrientes de resaca obedece a que son capaces de envolver y arrastrar, lejos de la orilla, a los más avezados nadadores, pues alcanzan velocidades entre uno y dos metros por segundo, incluso valores superiores.

«El mayor riesgo asociado a ellas está dado en que, al sentirse atrapadas, las personas entran en pánico y tratan de nadar en sentido contrario al empuje hacia atrás que estás recibiendo. Tal forma de actuar conduce, en numerosas ocasiones, al desgaste físico, con alta probabilidad de quedar exhaustos y perder el control sobre la situación. Lamentablemente, no pocas fallecen por ahogamiento».

Según lo planteado por la doctora Ida Mitrani, lo más recomendable ante esta eventualidad es no perder la ecuanimidad ni luchar contra la corriente.

«Asimismo, se debe nadar de forma diagonal a la costa, alejándose del área de peligro, nunca en línea recta en dirección a la orilla. Para lograr escapar de la corriente de resaca, es necesario buscar la orientación del flujo del oleaje y dejarse llevar por el torrente de agua que lo acompaña, tratando de mantenerse a flote, sin agotar las fuerzas del cuerpo».

Desde el punto de vista preventivo, subrayó la doctora Mitrani Arenal, resulta indispensable no distanciarse de la orilla en horarios en los que coincida el descenso de la marea y haya luna nueva o llena, porque con ambas fases lunares se intensifica el fenómeno de la resaca.

«Otras recomendaciones consisten en evitar nadar solo, en particular si la persona pretende alejarse de la línea costera. Lo aconsejable es hacerlo en pareja. Tampoco entrar al mar después de haber consumido alcohol, medicamentos antihistamínicos o de cualquier otro tipo, que limiten su actuar físico y mental».

Notificó que, entre los lugares del país con las corrientes de resaca más peligrosas, figuran las Playas del Este de La Habana, en particular en tramos específicos de Santa María del Mar y Guanabo, muy concurridos en el verano.

Consultada por Granma, la profesora titular del Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (Instec), de la Universidad de La Habana, acotó que, desde hace varios años, especialistas del Centro de Meteorología Marina, en colaboración con otras instituciones, trabajan en el diseño de un índice de probabilidad de corrientes de resaca para esa zona de la geografía capitalina, tomando en cuenta diferentes variables meteorológicas y oceánicas.

Una de las herramientas imprescindibles para avanzar en esa dirección lo constituye la información contenida en las Tablas de Mareas para las costas cubanas, elaboradas a partir de los datos obtenidos de la red mareográfica nacional, compuesta por 36 estaciones distribuidas a lo largo del archipiélago cubano, operadas por el Grupo Empresarial GeoCuba.

OJO CON EL ANILLO DE LAS OLAS

Si bien en las costas cubanas la altura de las olas es inferior a un metro de altura como promedio, en su avance hacia la línea costera por aguas menos profundas, estas se van anillando a medida que se exponen a la fricción del fondo.

Así, cuando finalmente rompen en la orilla, esa fuerza genera un torbellino que mezcla agua y arena desde el fondo hasta la superficie, capaz de atrapar sobre todo a niños y ancianos, poniendo en riesgo sus vidas.

Lo peor del anillado, recalcó la doctora Ida Mitrani, es que se trata de un fenómeno que ocurre siempre en cualquier playa de arena, aun cuando predominen condiciones de buen tiempo en general; por tanto, los bañistas suelen confiarse y no toman precauciones.

«En la realidad sucede que el oleaje consiste en un movimiento de grupo, donde las olas presentan diversos tamaños y la conocida como máxima, que aparece de forma esporádica aun cuando el estado del mar sea de poco oleaje, puede alcanzar más del doble de altura de la ola media».

Insistió la científica en la importancia de crear una cultura en la población sobre las implicaciones de ese peligro natural, y estar muy pendientes al cuidado de los menores en nuestras playas, a fin de evitar desenlaces fatales.

Quizá sería conveniente colocar vallas con mensajes de bien público, que adviertan sobre el riesgo al cual se exponen las personas por el efecto de las olas, alerta válida también para las corrientes de resaca, puntualizó la profesora Mitrani Arenal.