Fallecio en La Habana Eduardo Arrocha

Ha fallecido el martes en La Habana el destacado diseñador y pintor Eduardo Arrocha, una de las figuras más relevantes de las artes escénicas en Cuba. Con una trayectoria que abarcó más de seis décadas, Arrocha dejó una huella imborrable en varias agrupaciones del teatro y la danza, particularmente en Danza Contemporánea de Cuba, compañía a la que dedicó gran parte de su itinerario creativo.

Su obra, que conjugó un profundo conocimiento artístico con una creatividad inagotable, marcó un antes y un después en la escenografía y el diseño de vestuario en el país. Era maestro de promociones completas de profesionales de ese ámbito. De hecho, pocos de los diseñadores cubanos han sido protagonistas de tantos hitos de las artes escénicas. Pocos han encontrado esa simbiosis perfecta entre movimiento, propuesta lírica y entramado plástico. Arrocha es un clásico.

Nacido el 17 de mayo de 1934 en La Habana, se graduó en 1959 de la especialidad de pintura en la Academia de Bellas Artes San Alejandro. Su formación se enriqueció con estudios de diseño escénico y pintura bajo la tutela de maestros como Rubén Vigón, Agustín Fernández y René Portocarrero.

En la década de los sesenta tuvo contactos con profesores europeos, lo que cimentó su estilo, caracterizado por una cuidadosa atención al detalle, una sensibilidad única, decidida vocación investigativa y capacidad para integrar la visualidad con el espíritu de las obras para las que diseñaba.

Realizó centenares de trabajos escenográficos, de vestuario e iluminación para el teatro, la danza, la ópera, el cine y la televisión. Trabajó con los más prestigiosos colectivos artísticos de Cuba. No existe una gran compañía de la danza cubana que no haya contado con sus creaciones. Uno de los más celebrados diseños para El lago de los cisnes del Ballet Nacional de Cuba es de su autoría. O la Giselle que mereció el Grand Prix de la Villa de París. Y diseñó también para el Conjunto Folclórico Nacional, el Ballet de Camagüey, para los espectáculos musicales y de importantes grupos teatrales.

Colaborador cercanísimo del maestro Ramiro Guerra, fue uno de los principales referentes del gran movimiento de la danza moderna cubana. Esa dupla consiguió una perfecta confluencia en los procesos creativos que asumieron. Y lo lograron a partir de un diálogo intenso y una noción compartida de la cultura. El maestro Isidro Rolando lo ha dicho: Ramiro creó la danza moderna cubana y Arrocha le puso color. 

Algunos de sus trabajos exploraron caminos ignotos para el diseño escénico en Cuba, como la célebre Medea y los negreros, de Ramiro, que rompió con convenciones de la representación en escena. Arrocha fue también el diseñador de emblemáticas obras, como Súlkary u Okantomí.

Su arte cruzó fronteras, participó en producciones internacionales en México, Bulgaria, Polonia y Austria, y en citas de gran prestigio como las Cuadrienales de Diseño Escénico de Praga.

Reconocido tanto en Cuba como en el extranjero, recibió numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Teatro (2007), el Premio Nacional de Diseño (2013) y el Premio Nacional de Danza (2022), además de la Orden Alejo Carpentier.

Su legado va más allá de sus innumerables creaciones; Arrocha formó generaciones de artistas y contribuyó significativamente a la proyección cultural de Cuba en el mundo. Era un hombre amable, culto, amante de la buena conversación, abierto al intercambio.

Hoy, la cultura cubana despide a un titán, cuya obra seguirá marcando derroteros sobre los escenarios. Es una gran muestra de como el diseño puede hacer de la experiencia teatral una vivencia singular, desde la proyección plástica. Arrocha es una figura insoslayable de la cultura cubana.

(Tomado de Cubasí)