En pleno contexto de Guerra Fría, cuando muchos países pequeños eran absorbidos por las esferas de influencia de las grandes potencias, la nación caribeña eligió un camino propio: el de la independencia, la soberanía y la solidaridad activa con los pueblos en lucha.
Su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1960, donde denunció las prácticas neocoloniales y el dominio económico de las potencias occidentales, marcó un antes y un después en la participación de los países en desarrollo en el sistema multilateral.
Durante 267 minutos, Fidel Castro expuso con contundencia las contradicciones del orden internacional y exigió justicia para los pueblos oprimidos.
Pero más allá de las palabras, el líder histórico convirtió los principios en acción y prueba de ello fue su decidido apoyo a las luchas de liberación nacional en África. Desde Angola hasta Mozambique, pasando por Guinea-Bissau, Etiopía y Sudáfrica, envió médicos, educadores, ingenieros y combatientes en misión internacionalista.
Nelson Mandela, tras su liberación, visitó La Habana en 1991 y declaró: “Los cubanos han hecho por África lo que ningún otro pueblo ha hecho. Ustedes pueden sentirse orgullosos de haber sido parte de un proceso histórico que contribuyó a la liberación de nuestro continente”.
Fidel Castro también fue una figura central en el Movimiento de Países No Alineados, espacio fundamental para la defensa de la independencia nacional y la justicia internacional.
Durante un discurso en la IX cumbre del bloque, en 1979, advirtió sobre «la nueva forma de colonialismo: el dominio económico, financiero y tecnológico ejercido por los países del Norte sobre los del Sur», y llamó a fortalecer la cooperación Sur-Sur como alternativa al modelo impuesto desde los centros de poder global.
A lo largo de las décadas, Fidel Castro se convirtió en referencia moral para movimientos sociales, intelectuales y líderes progresistas del mundo.
Nuevas y antiguas generaciones, así como líderes políticos reconocen que su impulso a la integración latinoamericana y caribeña —a través de la Alianza Bolivariana para las Américas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y otros espacios— fue un aporte fundamental para recuperar la identidad y la autonomía de la región.
Hoy, cuando el mundo enfrenta nuevas formas de dominación, crisis ecológicas y conflictos alimentados por intereses geopolíticos, el pensamiento de Fidel Castro sigue vigente en cada médico cubano que atiende en zonas remotas y en cada pueblo que defiende su derecho a decidir su propio destino.